Proyectos para espacios públicos: un nuevo camino a la participación ciudadana

 


En más de alguna ocasión hemos escuchado o leído sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales nos plantean una guía para lograr un mundo en donde todos seamos y nos sintamos parte; dentro de estos encontramos el ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles, este objetivo abarca una gran cantidad de metas a cumplir, de las cuales hoy solo nos centraremos en dos:

11.3    Para 2030, aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para una planificación y gestión participativas, integradas y sostenibles de los asentamientos humanos en todos los países.

11.7    Para 2030, proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad.

Debemos buscar constantemente que todos los espacios sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; aunque suene como una tarea muy compleja esta puede irse logrando poco a poco mediante proyectos que incluyan placemaking, urbanismo táctico, urbanismo social, ciudades 8 80, u otros métodos que permitan encaminar las ciudades a ser espacios realmente habitables y transitables para todas las personas.

Hace aproximadamente dos semanas la ONG Glasswing International, donde soy voluntaria activa desde 2015, me contactó para ser parte de un proyecto de Placemaking en el Centro Histórico de San Salvador; este proyecto fue en conjunto a USAID y la Alcaldía de San Salvador, y además se incluyó como un actor muy importante al diseñador y muralista Rodolfo Díaz quien se encargó de realizar todo el diseño de piso.

Aunque llevo 5 años realizando murales, esta experiencia fue totalmente nueva y me dejó muchos aprendizajes tanto personales como profesionales, desde mi perspectiva fue un trabajo totalmente horizontal en donde todos dimos el máximo de nuestras habilidades para llegar a un objetivo común; albañiles, muralistas, pintores, motoristas, arquitectos, vendedores, transeúntes, todos jugamos una parte clave para realizar el proyecto.




Quizá para quienes no conozcan a profundidad este tipo de proyectos de Placemaking esto simplemente puede parecer un "maquillaje" para las calles del centro, pero este proyecto va más allá, el diseño y la pintura son solo una herramienta que hace un llamado a la activación de estas áreas comunes que encontramos en la ciudad. Para mí la clave de todo fue hacer parte a los vendedores de la zona, tanto los buhoneros como aquellos con un local fijo, ellos ayudaron a generar una vinculación comunitaria entre este proyecto y sus micro espacios de trabajo, a la misma vez esto les genera identidad a ellos como colectivo. Pero, ¿qué es lo que queda después de esta intervención?.



Lo que queda es el inicio de una reconstrucción del tejido social, espacios de representación, un cambio al pensamiento y actuar colectivo para que estos vendedores puedan dejarse escuchar y así busquen liderar nuevos proyectos para el bienestar de todos los que habitan en este espacio reformado; nosotros damos forma al espacio para que luego este nos forme a nosotros. Aunque pudiera seguir extendiendo mucho más esto, quiero dejar a manera de reflexión lo siguiente: 

El desconocimiento de algo genera un rechazo inicial por parte de las personas, en este caso específico, el desconocimiento del placemaking es capaz de generar un rechazo al mismo por parte de las personas que no habitan el espacio intervenido (caso contrario de las personas que si lo habitan); ante esta reacción es importante que los actores y beneficiarios logremos comunicar de forma óptima el trasfondo real de la intervención urbana. Por último, al ciudadano ajeno al contexto le queda la responsabilidad de cuestionar e investigar antes de generar una crítica.



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