Trabajar con, y no solo para: la mediación cultural

Mediación cultural, laboratorios ciudadanos, mediadores; ¿alguna vez habías escuchado estas definiciones?, para mí eran totalmente desconocidas hasta que tuve la oportunidad de ser parte de un taller de mediación cultural en diciembre del año pasado, este fue desarrollado en el centro histórico de San Salvador, gracias al Centro Cultural de España, fue una semana demasiado enriquecedora a mi visión del diseño pues tuve la oportunidad de compartir con personas de una gran variedad de áreas: arquitectos, antropólogos, investigadores, artistas, activistas; y juntos compartimos nuestros saberes, ideas y experiencias dentro de un ambiente abierto a la escucha y que buscaba conocer a todos los que formábamos este micro espacio.

El taller nos lo impartió Susana Moliner, una gran productora cultural española que nos compartió sus conocimientos y experiencias para que nosotros pudiésemos adecuarlos a nuestros territorios, motivados además por muchos proyectos generados bajo la misma línea del trabajo colaborativo en otros países de nuestro Sur Global como Panamá, Perú y Paraguay.Teniendo ya un poco del contexto por el cual ha surgido esta entrada, quiero compartirles hoy un poco de todo lo que he aprendido del trabajo colaborativo y los espacios de co-creación. 

Retomando los conceptos que mencioné al inicio, la mediación cultural es la manera más ideal para conectar saberes y personas para revitalizar un espacio; mediación es poner en común, visibilizar y dar un nuevo sentido tanto a procesos colectivos y a territorios, buscando siempre generar una escucha y aprendizaje colectivo. ¿De qué nos va a servir la mediación cultural entonces?, principalmente nos ayuda a una apertura hacia todas las realidades y formas de pensar que podemos encontrarnos dentro de un territorio en el que trabajemos, pero además, la mediación al exigirnos una escucha activa hacia quienes nos rodean, ayudará a que reconozcamos situaciones que han sido invisibilizadas o erróneamente normalizadas en un espacio.


Las mediaciones usualmente vendrán acompañadas de laboratorios ciudadanos, los cuales podemos describir como espacios de producción abiertos y colaborativos en donde el trabajo es totalmente horizontal, pues las personas que lo conforman poseen diferentes niveles de conocimientos y experiencias, se unen para desarrollar proyectos a través del aprendizaje colaborativo y generando así visibilidad del trabajo comunitario.

El principal objetivo que deben buscar todas estas acciones desarrolladas será el conectar e integrar a las personas con las memorias de los lugares; lograremos así un fortalecimiento del tejido social e incluso la creación del mismo en caso de que no existiese, mejoraremos relaciones entre todos los actores de un territorio, buscando visibilizar problemas para que entre todos los actores involucrados se puedan generar soluciones.


Seguramente para muchos una línea de trabajo con diversidad de saberes puede sonar un poco compleja, pero la clave para que un grupo diverso funcione es comunicar desde un inicio que este es un lugar abierto para cualquier persona, mostrarse como un espacio de acogimiento sin restricciones, así lograremos un ambiente de confianza entre persona y persona, y entre persona y territorio, ¿cómo? visibilizando que lo importante de cada quien es su parte intangible: aptitudes, habilidades y experiencias que posee, reconocer que cada uno es único y desde su singularidad puede generar un gran aporte al territorio.





Quiero invitarlos a que nunca nos cerremos a solamente trabajar con colegas, nunca sabemos cuanto podemos aprender de alguien que no es necesariamente de nuestra misma área de trabajo; compartiendo un poco más dentro de mi experiencia en este taller, al ser un grupo grande trabajamos en grupos más pequeños y mi equipo estaba formado por un administrador de empresas, una antropóloga, una mediadora cultural, la directora del Centro Cultural de España y yo como diseñadora, aunque nuestras visiones fueran diversas y tuviéramos conocimientos en áreas muy separadas, todo eso lo usamos a nuestro favor para utilizarlas en la búsqueda del objetivo que se nos había propuesto: generar una idea de laboratorio ciudadano que se pudiera desarrollar en el centro histórico de San Salvador; todos pusimos en común el conocimiento para formar nuevos saberes y co-crear un espacio que resumimos en el siguiente manifiesto de nuestro laboratorio titulado Experimenta Libertad:

En este laboratorio participa todo aquel que quiera mejorar su comunidad a través de experiencias acumuladas y conocimientos independientemente del ámbito al que pertenezca.

Un barrio solidario y amable es aquel que se ayuda mutuamente y en sus calles y sus plazas tiene espacios para todos.

Aprendemos haciendo y ponemos en común cuando se presentan conflictos, hay festejos, así como la convivencia del día a día.

Protegemos los lugares haciendo comunidad, y por tanto, siendo conscientes de que nos pertenecen a todos por igual.

Cuidamos a las personas haciendo que se sientan acogidas, respetadas y que juegan un rol fundamental en la comunidad al igual que el resto de los miembros. 

Trabajemos de la mano con la gente que habita los territorios, permitamos que se sientan parte de los proyectos, que ellos sean los principales actores y no solamente los beneficiarios, cuando todos ponen una mano en el trabajo es mucho más fácil que se pueda valorar, cuidar y compartir con mayor alegría.


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